POR MARTIN RAGGIO
Por idiosincrasia propia no quiero mirar para atrás, aunque
en el repaso, Gustavo Cerati fue parte activa de la euforia de mi juventud.
Sus letras, emblemáticas canciones,
animaron como un soundtrack los sucesos
que me tocaron transitar. Siempre fuente de inspiración que reclutó toda esa
pasión movilizadora, que alguna vez parafrasee para beneficio propio y herejía
robándole alguna cita, funcionando,
encajando y hasta quedándome bien.
Sin dudas el último gran Rock Star argentino que supo trazar
una carrera musical intachable, con un legado incunable de bellas melodías, que
no es poco, en estos tiempos de sueños rotos.
Iluminado como ser, sofisticado, sensible y con practicidad
de vivir el ahora, nos fue dejando de a poco y se concretó este 4 de septiembre.
Esa esperanza cultivada en estos cuatro años no alcanzó para verlo en pie. Hoy
trasciende en música, como alguien especial que está en muchos como yo. Hoy más
que nunca los vestigios de esa hoguera es
una llama más iluminada que nunca.
Gustavo Adrian, hermano mayor que quise copiar, gracias por
hacerme más bello el tránsito por este mundo. Suelo no llorar, aunque hoy me
tome una licencia.
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